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Mostrando entradas de febrero, 2023

Sul de Bahia I VIDEO Etapa 24

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 Entramos a Bahia muy ilusionados, sabíamos de sus playas paradisíacas y no nos decepcionaron. Lo que no nos esperábamos eran unas carreteras tan complicadas. El litoral sur de Bahia subía y bajaba como loco. A todo eso se sumaban los caminos de tierra, las lluvias intermitentes y algo de tráfico. Se convirtió en toda una aventura increíble.

Espírito Santo yo te canto!

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  - ¿Puedo confiar en ustedes? Nos preguntó. - ¡Sí, claro! Dijimos. Y nos fuimos tras él rumbo a su casa. Jamás se nos ocurrió preguntar si nosotros podíamos confiar en él. No era necesario. Cuando nos vio ya estábamos bañaditos y organizados, yo escribía en mi cuaderno y Marc chequeaba la ruta del día siguiente en su celular. Estábamos en un puesto de guardavidas de la playa. Justo antes de que se vayan pudimos preguntarles si podíamos dormir allí y muy amablemente nos dejaron la ducha abierta y el baño también. Comenzó a caer la tarde y la gente iba y venía haciendo ejercicio por la costanera, nos saludaban, algunos tímidamente y otros con más descaro. Se acercó un hombre joven y nos preguntó si podía dejar su bicicleta donde nosotros estábamos, la dejó y se fue a correr. Volvió, nos miró y se presentó. Era guardavidas, hace más de 20 años que trabajaba allí y era el jefe, por así decirlo, de la delegación y responsable de donde íbamos a dormir esa noche. Me saltaron las alar

Litoral Capixaba VIDEO Etapa 23

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  Después del estado de Rio de Janeiro continua el estado de Espírito Santo. Maru no lo conocía ni un poco y yo tuve la suerte de conocer su capital, Vitoria, de la mano de Andre hace seis anos. 

Litoral Carioca (parte 2)

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A medida que nos fuimos alejando de Rio de Janeiro fuimos relajando bastante, el cruce en ferry fue muy disfrutable, no sé si esa palabra existe, pero bueno, así lo fue. Era amplio, limpio, con aire acondicionado y baño. No demoró mucho en cruzar la Bahía de Guanabara, así que en cuanto nos dimos cuenta ya teníamos que bajar. No sin antes sacarnos una foto con uno de los trabajadores que quedó muy entusiasmado con nuestro viaje y nos llenó de buena onda.   El día se mantuvo nublado, lo cual es algo que alivia muchísimo a la hora de pedalear, pero depende qué tan nublado esté, el disfrute se convierte en miedo, porque en esta región si se juntan muchas nubes, llueve seguro. Y la lluvia, queridos lectores, es algo que nos aterra. Ya comprobamos que nuestras alforjas, después de tantos miles de kilómetros al sol han dejado de ser impermeables, por lo tanto, no podemos andar arriesgándonos mucho bajo el agua. Todo fue sucediendo sin altercados, suave como la seda, la mayoría de los kil