A medida que nos fuimos alejando de Rio de Janeiro fuimos relajando bastante, el cruce en ferry fue muy disfrutable, no sé si esa palabra existe, pero bueno, así lo fue. Era amplio, limpio, con aire acondicionado y baño. No demoró mucho en cruzar la Bahía de Guanabara, así que en cuanto nos dimos cuenta ya teníamos que bajar. No sin antes sacarnos una foto con uno de los trabajadores que quedó muy entusiasmado con nuestro viaje y nos llenó de buena onda. El día se mantuvo nublado, lo cual es algo que alivia muchísimo a la hora de pedalear, pero depende qué tan nublado esté, el disfrute se convierte en miedo, porque en esta región si se juntan muchas nubes, llueve seguro. Y la lluvia, queridos lectores, es algo que nos aterra. Ya comprobamos que nuestras alforjas, después de tantos miles de kilómetros al sol han dejado de ser impermeables, por lo tanto, no podemos andar arriesgándonos mucho bajo el agua. Todo fue sucediendo sin altercados, suave como la seda, la mayoría de los kil